NO HAY ALMA JOVEN NI VIEJA
Era una noche otoñal , la luna menguaba , entraba por la ventana un pálido brillo. Era la casa de una buena familia y era ya la hora de dormir.
Y un niño soñaba y se veía a si mismo como un hombre adulto, maduro y ya entrado en años, peinaba canas. Y en esta visión a sí mismo se decía:
- ¡ Que bien , como he crecido ! ¡ Que control tengo de todo !. He hecho con mis manos, mi destino. He logrado el control de todo lo que me rodea. He sometido al tiempo y al espacio, y gobierno también a los que me rodean. No hay quien se ponga delante de mi que no sienta mi poder y mi autoridad, Soy realmente poderoso. Y esta es la clave de mi felicidad.
Y así soñó el niño con una visión inmadura con una secuencia irreal.
Pero en aquella casa también dormía y soñaba, a su vez, un hombre anciano . Y en su sueño , a sí mismo se veía menos que un adolescente, un niño de primeros años, joven como la primavera. Y se decía y se gritaba:
- Soy un niño libre que no quiere poseer nada, que no quiere controlar el tiempo , que todo pasa en su momento. Quiero tan solo parecer como los demás sin el peso de la gloria y del poder. Quiero poder jugar en el charco del agua que se forma al frente de mi casa cuando llueve. Pues no quiero tan solo alardear. Yo quiero tan solo ser una hoja más de un árbol frondoso, que nadie conmigo tenga demasiado que ver, para ser solamente un niño tranquilo y feliz, sin controles que a mi mismo me agobien, sin metas terribles que alcanzar.
Quiero simplemente soñar que vivo feliz y eso me basta, ni iluminarias ni glorias, no grandes poderes, ni riquezas. No quiero que me envidien y no quiero jamás envidiar. Quiero ser niño una vez más para nunca jamás tener que dejar de soñar.
Moraleja : No hay alma joven ni vieja, todo más bien depende de quién queremos ser.
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